Arch. Myriam B. Mahiques Curriculum Vitae

Monday, April 11, 2011

Reflexiones sobre el Barrio de Once

Plaza Miserere. Foto de Marcelo Gómez y Hernán Centeno
Av. Corrientes y Pueyrredón. Foto de lapulpera.blogspot.com

A mi mamá le gustaba ir a comprar a Once. Estoy hablando de cuando era niña, íbamos con mi hermana y caminábamos hasta el cansancio. Nunca llegábamos hasta la plaza Miserere, no ponía interés porque no había muchos negocios de ropa, salvo bares al paso. En esa época, no había inmigrantes. De a poco se fueron incorporando los chinos, la calidad de la ropa cambió y bien recuerdo las remeras de algodón absolutamente achicadas en el primer lavado. También comprábamos telas a los comerciantes judíos, y mi mamá decía, ves, podemos regatear, una excelente tela, vamos al local de enfrente que seguro está más barata.... Como ella era rubia de ojos claros, creían que era judía y según ella, así conseguía descuentos (Un personaje mi madre...).
Luego se fueron incorporando los negocios peruanos, con venta de artículos de máximo 10$, radios, baterías, cablecitos.... En uno de estos locales, buscando una calculadora me robaron la billetera, hace más de 20 años.
En esa época, ya era arquitecta y un día, levanté la vista para ver los edificios. Hermosos. Históricos, tapados con infinidad de carteles. Y entre ellos, uno de los primeros proyectos de quien fuera famoso diseñando los primeros shoppings de Buenos Aires, Juan Carlos López: una galería post moderna muy fea por cierto.
En uno de los congresos de UGYCAMBA en la FADU, los planificadores de la Ciudad de Buenos Aires, nos presentaron un día un proyecto de ¨limpieza visual de Once, ampliación y parquización de veredas de Plaza Miserere¨. Uno de los mayores problemas que encontraron, fue la resistencia de los comerciantes, cómo iban a sacar esos carteles? Y si el edificio de atrás era histórico, qué culpa tenían ellos?
Como siempre, estos proyectos quedan en la nada. Cada vez que leo notas sobre nuestra ciudad, recuerdo con amargura todas las expectativas que surgen en los claustros universitarios, de mejoras, de ciudad idealizada. Ahora, Once es una ¨ciudad dentro de otra¨ como titulan en La Nación, sección Sociedad.
Nosotras, caminábamos tranquilas en esa época, hasta las 8PM, sin temor. Todo ha cambiado, y para mal.
A continuación, unos párrafos de la nota de La Nación:
Comercios en Once. Foto de akworld.net
Un auto desguasado impunemente en Once. Foto de Marcelo Gómez y Hernán Centeno
Plaza Miserere de día. Foto de Marcelo Gómez y Hernán Centeno
¨El Once no existe. Balvanera, el barrio formal que lo incluye, tampoco. Entre los porteños, salvo por el catastro y el mercado inmobiliario, nadie piensa en Balvanera cuando habla de Once.
¿Alguien considera la intersección de las avenidas Pueyrredón y Corrientes una esquina de Balvanera? Es "Once" o "Eleven", según el bautismo moderno. Lo otro, lo burocrático, es un capricho, aunque todavía en las crónicas policiales queda mejor decir "Balvanera". Y está bien. Es que esta zona es un no lugar, "no data", de la ciudad.
La presencia independentista de Once se manifiesta a través del clásico frenesí comercial, los personajes prosaicos, las tradicionales colectividades judía y coreana, las más nuevas peruana y boliviana, y hasta el surgimiento del rock nacional, en un baño del ahora coqueto bar La Perla, de Jujuy y Rivadavia.(....)
Día. Tres de la tarde de un martes en Lavalle y Larrea. Cualquier cosa que pueda moverse o arrastrarse anda por aquí. Autos, camiones, cartoneros, recolectores de basura, bicicletas, peatones, porteadores de telas en carros... y más porteadores de telas en lo que sea.
"Esto es como Hong Kong o la zona comercial de cualquier otra ciudad grande; muchos vienen a buscar lo que no encuentran en ningún otro lugar... en el Once lo encuentran, si no, no existe", explica Carlos, un comerciante de origen judío. Esta comunidad transformó esta zona de la ciudad en su tierra prometida.
Creció, hizo crecer al resto y mantiene sus tradiciones en una decena de templos, escuelas como el Talpiot, organizaciones -la Sociedad Hebraica y Macabi, entre otras- y comercios de tela y ropa. El aporte sociocultural de los judíos desde Once hacia el resto de la ciudad fue inmenso. Los teatros de la colectividad, como el IFT (Idisher Folks Teatrer), el Corrientes y el Soleil; periódicos y radios; buenos escritores y cineastas surgieron de estas calles. Entre las avenidas Córdoba y Corrientes, y Riobamba y Pueyrredón, los judíos mantienen su epicentro tradicional.
En cambio, desde Corrientes hasta Rivadavia, los letreros en idish cambian por el lenguaje hangui del "Coreatown": el mismo mundo con otros caracteres.
Noche. El Once nocturno es completamente distinto del diurno. Todo el fragor y la locura diaria desaparecen por completo después de las 20. No hay un alma. Cuando los últimos trenes se van de la estación dejan una estela de criaturas de la noche. Los alrededores de la estación son un hueco receptivo de espíritus opacos de cerveza y paco, gente puesta a sobrevivir en la calle, prostitutas que trabajan mal en la plaza, malandras fracasados y trabajadores fatigados que prefieren perder el tren.¨
Escaparate mayorista de Once. Foto de femeninas.com.ar

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